Nuestra madre de la Soledad luce radiante en su camerín vestida de blanco como es tradición en tiempo de verano, engalanada con la toquilla de tul del siglo XVIII que hacía ya años que no lucía y de valor incalculable joya antiquísima que posee nuestra madre bendita. ELLA ya espera impaciente la llegada del mes de octubre donde el sol al amanecer le ilumina su hermosa cara.




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